Menopausia, cáncer y sexo. Valérie Tasso: ¡Un alegato a la vida!

Valérie Tasso: ¡Un alegato a la vida!

Hoy tenemos a una invitada excepcional, que además de compartir su conocimiento como sexóloga, vino al Meno Monday de Instagram a contarnos su experiencia personal. Y lo hizo públicamente por primera vez. Fue todo un honor, puesto que es habitual verla en los medios de comunicación, participando en programas de televisión y radio y colaborando en varias revistas.

Atención, chicas, porque este tema interesa a todas, que no se lo pierdan las chicas jóvenes ni las mujeres en perimenopausia. Porque hablaremos de cáncer, concretamente de cáncer de cérvix.

 

¿Cuál es tu historia con el cáncer?

En el 2017 me descubrieron un cáncer de cuello de útero, justo cuando estaba empezando la promoción de mi noveno libro, Sexo 4.0 – ¿Un nuevo (des)orden amoroso? (Temas de Hoy – Grupo Planeta). De hecho, ¡estuve haciendo promoción antes, durante y después del cáncer!

Lo que ocurrió fue que yo, como el 80% de las mujeres, tenía el HPIV (virus del papiloma humano) y fui a hacerme una revisión.

Quiero puntualizar que, en el 60% de los casos, al hacerte una citología, se puede detectar, pero queda un 40% que no se detecta.

Es un virus de transmisión sexual. Mucha gente piensa que se transmite si no usas preservativo y en realidad, puede transmitirse en zonas que no solo están en la vagina o del ano, sino que se puede transmitir a través de la vulva, es decir, piel con piel.

Existen unos 350 Papilomas Humanos, pero no todos son peligrosos. Yo cogí 3: el 14, el 16 y 53. Y los 14 y 16 son los más virulentos. Como ya llevaba años con el HPIV y sabiéndolo, me hacía controles regularmente. De repente, apareció un resultado preocupante, algo que apareció en el cuello del útero.

Afortunadamente, estuve en manos del mejor ginecólogo, quien en seguida me dijo que había algo que no le gustaba nada y me hicieron una ecografía, Detectaron el tumor. Entonces, me hicieron una histeroscopia, que es sencillamente poner un tuvo larguísimo, con una cámara para identificar el tumor.  Lo que descubrieron fue un tumor absolutamente rarísimo.

Eso fue en febrero-marzo del 2017 y yo con una actividad frenética.

Y tal como estaba el panorama me dijeron que necesitaba una histerecotmía total: quitarlo absolutamente todo, vaciarme completamente. Quedaba la duda de si había metástasis, que no fue mi caso, pero a muchas mujeres, les aparece un cáncer de estómago, por ejemplo, que tiene su origen en un cáncer de cuello de útero.

Me atendieron en el Hospital Clínic de Barcelona y antes del verano del 2017 me operaron por laparoscopia. El problema es que no se puede decir que no hay metástasis hasta que no se entra dentro del organismo de la persona y si identifican las glándulas centinelas. La operación duró 12 horas, con 20 personas en quirófano ¡Una locura!

Las cosas como son, yo ya había entrado en el climaterio y tenía periodos irregulares y lo que me llevó a ir a la consulta de mi ginecólogo fuera de la fecha del control, fue que empecé a sangrar muchísimo. Fue la señal de alarma para descubrir el tumor.

¡Es imprescindible seguir los controles ginecológicos regulares! Si yo no hubiera ido, quizás hubiera dejado de sangrar, pero el tumor hubiera seguido creciendo.

 

¿Qué le pasó a tu cuerpo?

Mi cuerpo empezó a cambiar. Formo parte del 20% de las mujeres que tiene síntomas exagerados del climaterio.

Empecé a tener sofocos tan fuertes que era capaz de meterme en un congelador desnuda, altibajos terribles, insomnio, mucha ansiedad. Aun así, tengo una tolerancia al dolor alta y solo comentaba lo que me estaba pasando con mi círculo más cercano, en petit comité.

En realidad, me quería morir. Sé que estoy de lleno en el climaterio, sigo teniendo la menstruación, pero si mi calidad de vida me quiero morir. Tenía este horrible diálogo interno.

Soy una mujer alta, atlética, masculina, con un físico muy germánico. He hecho mucho deporte, soy muy flexible y lo sigo siendo porque practico mucho yoga y por mi pasado de gimnasta. Siempre me había sentido que tenía un peso y una talla saludables. Pasé de pesar 60kg, talla 38, a pesar 77kg al descubrirme el tumor y una vez operada, empecé a hincharme y llegué a pesar 90kg.

No me reconocía. Y era un problema social y de salud. Recuerdo intentar subir unas escaleras para dar una conferencia y no poder hacerlo, me caí, me dolían las articulaciones…

 

Nunca habías hablado del tema… ¿Cómo lo viviste a nivel social?

Debo decir que nada bien. Una vez fui a un programa de televisión y al salir recibí críticas muy crueles, de personas que se burlaban de mí: “Quién te ha visto y quién te ve jajaja, cómo te has puesto con la menopausia”. Y eran críticas de mujeres, además de mi edad. Lo peor es que las hicieron sin saber que estaba enferma.

 

Antes de recibir estos mensajes ¿Qué opinabas de las mujeres en menopausia?

Debo decir que mi madre fue menopáusica precoz, como tú, Carla. A los 37 años ella tenía la menopausia cuando yo tenía 14. Para mí ella era insoportable (pobrecita) y la llamaba Drama Queen. Pasó de ser una mujer vital a tener todos los síntomas, aunque yo no era consciente de ello.

Siempre pensé que la menopausia era muy cultural, era de las que decía “no hagáis caso de los médicos, cuanto más hables de los síntomas, más te estás autosugestionando”. Hasta que lo viví en mis propias carnes. Y lo reconozco, reconozco mis errores.

En realidad, siempre tuve miedo de seguir el camino de mi madre, pero no fue el caso, puesto que la mía ha sido una menopausia quirúrgica.

Para una mujer, hablar de histerectomía total es muy duro. Muchas piensan que de repente dejarán de ser mujeres al someterse a esta operación que implica extirpar el útero, el cuello uterino, las trompas de falopio y uno o los dos ovarios. Para mí no lo fue tanto, puesto que cognitivamente tenía muchas herramientas para afrontar una histerectomía y yo, en lo que pensaba era en vivir.

Yo estuve mal durante dos semanas desde que supe que tenía cáncer y a partir de ahí me dije: “voy a por todas”. Lo cierto es que quien más ha sufrido ha sido mi entorno más íntimo. Yo le perdí el miedo a la palabra cáncer, sin perderle el respeto a la enfermedad, sin paralizarme.

No podemos vivir paralizados, porque entonces dejamos de vivir y eso, es peor que el cáncer.

El día de la operación, bromeaba y les decía barbaridades a los enfermeros, sexuales, por supuesto, en plan: “¡no me pidáis un autógrafo que ya me habéis visto el coño!”.

El humor es una gran herramienta cuando tienes mucho miedo y era mi única manera de pasar por todo esto. Confiaba mucho en los médicos, en España tenemos unos oncólogos maravillosos.

Al salir del hospital ya me puse a trabajar en consulta atendiendo a pacientes que lloraban porque tenían una falta de confort en sus relaciones sexuales y yo toda gorda, recién operada, pinchándome para evitar una embolia (al haber estado más de 7 horas en quirófano y haber pasado tantas horas con anestesia) y con mi pareja persiguiéndome para que guardara reposo. Pero era esto o morirme de depresión en la cama.

Empezaron los sofocos, eran tan fuertes que sudaba y parecía que me había duchado. Iba a la nevera a meter la cabeza en ella.

 

¿Cómo afectó a tu sexualidad y qué consejos les darías a las mujeres que están pasando por lo mismo?

El problema es que:

  • Deseo cero
  • Rechazo al cuerpo
  • Atrofia de la vagina, además de obviamente de la reducción de la vagina debido a la operación
  • El sobrepeso

Iba a las revisiones y me decían que tenía que trabajar mi vagina con unos dildos enormes que me negué a usar. Tenía que trabajarla cada día, estaba en muy buenas manos, pero no podía, sangraba. Y tampoco podía tener una relación sexual con penetración, que eso es lo de menos, porque lo importante era que yo la trabajara para que no se cerrara del todo.

¡Hay que trabajar la vagina! El coito puede ser una erótica más, pero en este caso particular, el utilizar dildos, trabajar la vagina y el coito para evitar que se cierre.

Me aconsejaban que me masturbara y yo decía “ya lo hago, yo me masturbo estimulándome el clítoris”, pero no se trataba de eso, era necesaria la penetración para mejorar mi salud vaginal. El problema era que no me apetecía nada de nada. Tenía el deseo por los suelos, consecuencia de la radioteriapia y de la medicación.

 

¿Qué tipo de tratamiento seguiste?

Al principio me sometí a braquiterapia, que es lo peor que me ha pasado en la vida. Es una máquina muy grande que te introducen por la vagina y que te irradia solo la zona que ha estado afectada por el cáncer. Suele durar aproximadamente 2 años, pero tienes que volver a quirófano para que te hagan un aparato a medida por el cual pasa la radiación que irá directamente a la zona afectada, sin irradiar otros órganos.

Iba regularmente a mis revisiones y me quejaba que yo iba a peor: más sofocos, más gordura, deseo sexual -10.

Yo entiendo que los oncólogos están para ayudarte a superar el cáncer, pero no para ayudarte a volver a tener una vida sexual más o menos satisfactoria.

Entonces, pregunté por la Terapia Hormonal de la Menopausia. Viendo que los oncólogos no se ponían de acuerdo, decidí ver a otro médico en Madrid, el Dr. Ángel Durantez y mi vida cambió. Ahora estoy chutadísima, si fuera una atleta profesional, no podría competir.

Para puntualizar, el mío es un tipo de cáncer que es vírico, no hormonodependiente, este es el motivo por el cual pude decantarme por un tratamiento hormonal.

Al empezar a tomarlas, tuve que adaptarme a ellas y me puse en manos de un nutricionista con quien aprendí a comer bien: mucha carne, verdura, pescado…

Empecé a perdiendo 200gr y a andar 10.000 pasos al día. Necesitaba más de una cosa: dieta, deporte, hormonas. Para dormir tomo melatonina. Encontré el combo personalizado, aquel que me iba bien a mí.

Sé que el mundo está dividido entre el uso de hormonas o no. La incidencia del THM sobre el cáncer de mama es muy poca. Es importante que, si en el 2020 tu estás mal y te recomiendan un tratamiento hormonal y tu dices “no, no, no, prefiero morirme en la cama”, es que no has entendido la mayor. No es una apología de las hormonas, ojo, es una apología a la calidad de vida.

Toda mi familia se ha muerto de cáncer, somos personas de riesgo, sin embargo, las hormonas nos han dado a todos una calidad de vida importante.

Si mi médico me hubiera dicho “las hormonas que estás tomando te van a producir cáncer de mama a largo plazo” las hubiera tomado igualmente.

Prefiero morirme de cáncer antes que vivir así. Es mi decisión, no significa que valga para todo el mundo.

 

¿Qué tratamiento hormonal estás siguiendo?

Llevo ya dos años con este tratamiento, que me han ido adaptando, porque mi cuerpo se tuvo que acostumbrar a las hormonas. Al principio tuve muchos altibajos, no me reconocía y el deseo sexual se hizo insoportable, no lo podía controlar. Pasé de un extremo al otro. Hablé con mi médico hasta que encontramos el justo equilibrio en la dosis, la dosis que era para mí.

Hace un año, tuve un periodo de estrés muy fuerte debido a muchísimo trabajo, que junto con la gran pérdida de peso (aunque fue paulatina) y la testosterona, hicieron que perdiera hasta tres cuartas partes de mi pelo. Hasta tal punto que perdí mi melena y salía en los vídeos con las gafas de sol puestas en la cabeza. Ahora lo estoy empezando a recuperar.

Sabemos que nos metemos un chute tremendo, pero sabemos que viviremos con mejor calidad de vida.

 

¿Qué les dirías a las hijas e hijos que están conviviendo con su madre en climaterio? ¿Cómo pueden ayudar a sus madres?

Les diría que tuvieran muchísima comprensión para con sus mamás. Es un cambio que si se vive bien puede tener todas las ventajas del mundo, pero que, si hay sintomatología, puede llegarse incluso a la depresión. Entonces, les diría: mucho cariño, mucha comprensión, mucho entendimiento, mucho apoyo sin caer en la compasión. Es un tránsito maravilloso que cuando se ha pasado es maravilloso, pero en el camino puede llegar a ser muy duro.

A las mamás les recomendaría mucho autocuidado, prevención, dejarse asesorar correctamente por médicos y no pensar que podrás con todo.

Pido la gente que hablan de tolerancia, muchas veces una palabra vacía, que no hagan comentarios desagradables. Porque duele. Y duele más al entorno que a la propia persona. Si veo a una mujer que era espléndida y que ha cambiado, no hagáis comentarios sin saber qué está pasando. Pido solidaridad, empatía y sororidad. Yo estaba al borde de la muerte y se me tachó de egoísta por no responder a mensajes cuando estaba en plena radioterapia y dejé de salir en los medios para que mi entorno no se sintiera triste.

 

¡Hablemos de sexo!

A las mujeres que están en este proceso, decirles que yo siempre he luchado contra los tópicos del falocentrismo y el coitocentrismo y la menopausia es una gran oportunidad para revisitar la sexualidad y entender que esta, requiere comunicación con la pareja y un enfoque distinto.

Es un buen momento para darnos cuenta que todo lo que pensábamos que era sexo es todo menos sexo, es una manera de practicarlo, pero no lo es todo. El coito y orgasmo no son la única finalidad del sexo.

El sexo no tiene fin, la mujer puede tener sexo a cualquier edad, porque el clítoris no envejece nada, se tiene la misma sensibilidad a los 25 años que a los 90. Animo a todas las mujeres a que vuelvan a pensar en su sexualidad.

¡Claro que cambia la sexualidad con la menopausia!

Es una buena época para cuestionarlo todo y aprovechar para vivir esta etapa, a pesar de los inconvenientes del síndrome genitourinario), sin darlo todo por finiquitado. Aprovechar estos cambios que te hacen vivir una sexualidad muchísimo más rica.

Y las mujeres que tiene atrofia vaginal que no se nieguen al sexo por este motivo, porque hay soluciones para eso también.

Calidad de vida es también volver a sentir deseo.

Cuando salí del cáncer, le conté a mi oncólogo mis problemas con el deseo sexual y mi vagina pequeña. Tuve claro que era yo quien tenía que trabajar mi sexualidad, con mis propios recursos, que pongo a disposición de otras mujeres en mi consulta.

Quizás sería bueno que en los centros de ginecología hubiera un mejor acceso a sexólogos.

 

¿Dónde te pueden encontrar para recibir tu ayuda como sexóloga?

Ahora paso consultas on-line, porque soy una persona de riesgo, porque se reprodujo mi cáncer e intento no salir mucho. Tomo mucha vitamina D para la inmunidad. Aunque si alguien lo quiere hacer presencialmente, me desplazo al gabinete ginecológico en Barcelona.

 

 

VALÉRIE TASSO

  • Es licenciada en Empresas y Lenguas Extranjeras Aplicadas, doctora en Interculturalidad por la Universidad de Estrasburgo (Francia)
  • Posgrado en Sexología por el IN.CI.SEX, de la Universidad de Alcalá de Henares.
  • Conferenciante e investigadora, apasionada por el Hecho Sexual Humano
  • Su especialidad es la terapia de pareja, terapia sexual y es especialista en disfunciones sexuales comunes.
  • Es miembro de la AEPS (Asociación Estatal de Profesionales de la Sexología). Es, además
  • Embajadora para España de la marca sueca de objetos de placer de lujo, LELO.
  • Suele escribir regularmente en el blog Volonté de LELO. Sus escritos van desde los relatos eróticos, pasando por reseñas de películas eróticas así como perfiles de mujeres relevantes a lo largo de la historia.
  • Con Diario de una ninfómana (2003), su debut como escritora, alcanzó el medio millón de lectores en veinte paí Su versión cinematográfica (2008) se distribuyó en más de cuarenta países, siendo censurado el cartel en Italia y en la ciudad de Madrid. También ha publicado Paris, La Nuit(2004), El otro lado del sexo (2006), Antimanual de sexo (2008), Diario de una mujer pública (2011), El método Valérie (2013), Confesiones sin vergüenza (2015), además de la novela policíaca Sabré cada uno de tus secretos (2010).
  • Sexo 4.0 – ¿Un nuevo (des)orden amoroso? (Temas de Hoy – Grupo Planeta – 2017) es su novena obra y pretende hacer un repaso de cómo hemos cambiado en nuestras relaciones y en nuestra manera de concebir el sexo, desde la publicación de Diario de una ninfómana.
  • Valérie pasa consulta como sexóloga en un céntrico y prestigioso gabinete médico y psicológico en Barcelona, donde trata tanto de manera presencial como vía Skype a sus pacientes.

Para tener una cita con ella, puedes contactarla directamente a su mail: Mail: valerietasso@valerietasso.com

 

 

 

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